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La otra cara de Belice

  • Foto del escritor: verocg0112
    verocg0112
  • 21 feb 2020
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 25 abr 2024

Si me preguntan cómo selecciono un destino para viajar, podría decirles que valorando el precio de los tiquetes, la temporada, etc. Pero la verdad es que la mayoría de las veces, cuando visito un lugar es simplemente porque, por alguna razón, siento la necesidad de ir. Y así fue como conocí Belice; un día de tantos, sin razón alguna se me metió en la cabeza la idea de que NECESITABA ir a Belice simplemente porque NECESITABA saber qué había ahí. Esa es una de mis razones más fuertes para viajar: NECESITO SABER QUÉ HAY. Y esa idea me quedó en la cabeza por varios meses hasta que por fin compré el pasaje y fui a descubrirlo por mi cuenta.

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Y es que Belice no es un país del que se conozca mucho; de hecho cuando subía fotos del viaje y la gente me preguntaba donde andaba, yo respondía que en Belice y la siguiente pregunta en el 90% de los casos era: "verdad que Belice está como por..."? seguida de: ¿y qué idioma hablan en Belice? ¿Belice no es de Inglaterra?


Definir Belice en una sola palabra es difícil, pero si debo seleccionar una, la palabra es multiculturalidad. Y es que Belice es una mezcla todo (idiomas, religiones, comidas). Al haber sido colonia inglesa, gran parte de su población habla inglés, aunque entre ellos lo que más utilizan es el criollo; pero como sus fronteras son con 3 países de habla hispana (Honduras, México y Guatemala), también hay muchos migrantes de estos países y por lo tanto el español también es un idioma importante. Así mismo, Belice ha recibido una importante ola de migración árabe, por lo que esta cultura también tiene presencia en tierras beliceñas.


Honestamente, Belice es un país que se ha quedado atrás en cuanto a desarrollo económico. El interior del país es bastante pobre aunque no por ello deja de ser lindo. Pero el atractivo turístico de Belice está en sus islas, las dos principales son Caye Caulker y Caye San Pedro. Llegar a ellas es bastante fácil, únicamente se debe tomar un taxi del aeropuerto al puerto (no son muy caros) y una vez en el puerto se toma un "water taxi". Hay dos empresas disponibles, yo compré el pasaje en la que está más cercana al muelle.


El viaje en lancha es increíble, atraviesa un mar de tonos turquesa, aguas cristalinas y con la brisa del mar Caribe en el rostro.

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Caye Caulker. Foto: Verónica Cabrera Guillén


Una vez en Caye Caulker, la isla puede recorrerse a pie, el clima es caliente pero la brisa es constante por lo que caminar en realidad es agradable. A la orilla del mar hay variadas opciones de hoteles y cabinas. Sin embargo, como la mayoría de mis viajes son de presupuesto mochilero/survivor, yo me hospedé en un hostel llamado Paws y fue la mejor decisión. Es un hostel administrado por voluntarios, las instalaciones son modestas pero limpias y los precios muy económicos. Lo único a tener en cuenta es que es un santuario de gatos, que lo único que hacen es andar tranquilamente por la propiedad. Así que si no le molestan los animales, esta es su mejor opción.


El hostel no solo ofrece precios bajos, sino que también tiene su propia playa, sus propios kayaks (no tienen costo adicional) y siempre hay un racimo de pipas para los huéspedes, usted puede tomar las que desee (tampoco tienen costo), lo único que debe hacer es pelarlas usted mismo (y pues obviamente yo no dudé en agarrar el machete). Por si fuera poco, el hostel tiene un pequeño muelle con hamacas y sillas donde se observan hermosos atardeceres.

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Hostel Paws

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Y durante la mañana, se puede tomar el desayuno desde la cocina en la planta alta, con una hermosa vista (obvio full gallopinto porque ese siempre va conmigo a donde sea). Es por este tipo de panoramas por el que digo que soy experta en encontrar vistas 5 estrellas por el precio de 2, les digo, es todo un arte.


Y bueno, ahora sí, la historia de la langosta.


Yo me fui a Belice a pasar año nuevo pero como ya dije: survivor style.

Como pueden ver en las fotos, en la playa del hostel habían varios "muellecitos", pues un día, a uno de ellos llegó una lancha de pescadores que venían a destazar pescado. Los pelícanos ya los conocían y los esperaban porque los restos de pescado eran para ellos. Los pescadores se dieron cuenta de que yo los observaba y me empezaron a llamar. Yo al inicio intenté ignorarlos porque no sabía sus intenciones, hasta que uno de ellos dijo: "¿Quiere venir a darle de comer a los pelícanos?" Obviamente yo quería. Por mi mente pasó toda una infancia de "no acepte regalos ni confites de extraños" y luego el hecho de que mi mamá se decepcionaría mucho si supiera que yo fui hacia ellos por unas vísceras de pescado O.o Pero yo quería con todo mi ser darle de comer a los pelícanos y fui.


Así fue como conocí a un grupo de pescadores que venían de trabajar todo el día, también hacían tours en lancha a turistas y parte del tour era ir de pesca. Los turistas se dejaban los pescados más grandes y ellos se dejaban los más pequeños que venían a destazar.


Ese día era 31 de diciembre, y me preguntaron que cuál iba a ser mi cena de año nuevo. Yo muy honestamente les contesté que no sabía, que más tarde iba a ir al super (los supermercados en Caye Caulker tienen apenas los insumos básicos) a ver qué encontraba. La respuesta de ellos es que no lo podían permitir porque uno debía tener una buena cena para año nuevo. Así que se dieron la vuelta para buscar un balde del que sacaron 2 langostas completas y dos colas de langosta, las pusieron en una bolsa y me la ofrecieron, preguntándome si me gustaba y diciéndome que las acababan de sacar.


Yo con mucha pena les dije que no podía aceptarlas, que ellos las pescaron para ellos. Pero insistieron diciendo que tenían todavía más. Yo les pregunté que en cuánto las vendían (preocupada por la respuesta ya que nunca había comido langosta justamente porque en mi país es un platillo bastante inaccesible en cuanto a precio). A lo que ellos contestaron: "es un regalo, feliz año".

Después de dejarme darles de comer a los pelícanos (que comían literalmente de mi mano), me regresaron en lancha al muelle del hostel y respetuosamente se despidieron.

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Así fue como cené langosta un 31 de diciembre.

Estoy completamente consciente de que fue algo arriesgado, pero como lo he dicho en otros post, mis mejores experiencias viajando han sido gracias a pequeños y grandes saltos de fe en las personas. En creer que todavía hay gente que no esconde malas intenciones, que simplemente quiere ser amable con las personas que visitan su país.


Al día siguiente, caminando por la isla, me encontré con uno de los pescadores y lo saludé. Por si fuera poca la amabilidad que ya me había mostrado el día anterior, al verme me preguntó si ya había almorzado (no sé si era que me veía cara de hambre ahora que lo pienso) y yo le dije que todavía no, así que me invitó a almorzar con él, su esposa y su hija. Su casa era humilde al igual que su comida. Pero siendo una comida tan humilde, sé que me ofreció lo mejor que tenía en su casa y con esa intención es con la que me quedo y el mejor recuerdo de este viaje.


Así que viajen, pero cuando lo hagan, abracen el país al que van y ábranse a las oportunidades que les ofrece. Creen lazos, atesoren recuerdos, hablen con la gente... así es como se conoce un lugar, a través de su gente. Siempre habrán personas deseosas de dar a conocer su tierra, y les aseguro que sabrán apreciar el interés que usted demuestre por su historia. Y quién sabe, tal vez hasta terminen cenando langosta como yo.


Por cierto, desde el muelle de los water taxi (o muy cerca) se pueden tomar buses a Guatemala y a México y atravesar la frontera en unas cuantas horas. Así que por supuesto mi viaje no terminó en Belice, pero el resto se los cuento otro día.

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