top of page

Hice mi primer "solo female travel" a los 11 años

  • Foto del escritor: verocg0112
    verocg0112
  • 9 ene
  • 5 Min. de lectura

Si actualmente, en mis 30´s, ser una mujer viajera que usualmente viaja sola se siente arriesgado, ¡imagínense hacerlo a los 11 años! Antes de que juzguen a mis papás por dejarme hacerlo, claramente en ese viaje habían adultos responsables de mi seguridad; pero digo que en gran medida fue mi debut como "female solo traveler" porque era el primer viaje que hacía en la vida y lo hice sin que me acompañaran miembros de mi familia; aunque iba como parte de un grupo de estudiantes, la mayoría eran de otra escuela y no los conocía; y los pocos que conocía, de todas maneras al llegar al destino no iban a estar conmigo porque a cada uno nos iban a mandar donde una familia diferente a la que sólo conoceríamos estando allá.


Así que sí, aunque era un viaje grupal en la teoría, en la práctica no fue el típico viaje que se hace con una pareja, amigos o familiares, estuve por mi cuenta en muchos aspectos importantes en un viaje: adaptarme a vivir en un nuevo lugar, a la comida, a la nueva escuela, a administrar el dinero que me habían dado mis papás, a administrar las posibilidades de hacer llamadas de larga distancia (porque no existían redes sociales y las llamadas internacionales eran muy caras) y a algo que las nuevas generaciones no entenderían: rendir y utilizar sabiamente el rollo de la cámara con capacidad para 36 fotos y cambiarlo sin que se velara.


Tengo que decir que tuve la fortuna de ser acogida por una familia que siempre me dio más de lo que yo hubiera pedido y de lo que el programa les exigía. Me hicieron parte de su hogar como si lleváramos la misma sangre, como si desde siempre hubiera sido su hija y su hermana; y gracias a ello, definitivamente mi adaptación fue mucho más fácil que la de algunos otros chicos o chicas que hicieron el mismo viaje, y por eso siempre estaré infinitamente agradecida con mi familia venezolana.

Mi primera vez en un aeropuerto. 25 años después, sigo sintiendo la misma emoción cada vez que estoy en una sala de abordaje.
Mi primera vez en un aeropuerto. 25 años después, sigo sintiendo la misma emoción cada vez que estoy en una sala de abordaje.

¿Cómo terminé en Venezuela con 11 años?

La historia de cómo llegué a Venezuela la verdad no tiene mucho de impactante; desde pequeña siempre me destaqué académicamente, me gustaba aprender y lo hacía con facilidad. Hice toda la educación primaria en escuela pública, mi escuela se llama República de Venezuela. Resulta ser que en Barquisimeto (Estado Lara en Venezuela) hay una escuela que lleva por nombre República de Costa Rica. Aprovechando esta linda coincidencia, a alguien se le ocurrió la idea de hacer un intercambio académico entre los estudiantes con mejor rendimiento de cada institución; así, un grupo de estudiantes ticos iría unas semanas a Venezuela y posteriormente, un grupo de estudiantes venezolanos vendría a Costa Rica.


Aunque ese fue el plan inicial, dado que ambas eran instituciones públicas, muchas de las familias de los estudiantes seleccionados no pudieron costear la participación de sus hijos o hijas en el intercambio (agradecida eternamente con el esfuerzo y apoyo de todas las personas en mi familia que me ayudaron económicamente para que yo sí pudiera ir). Así que el intercambio se terminó realizando primordialmente con estudiantes de instituciones privadas. De mi escuela República de Venezuela al final sólo pudimos participar 6 personas y el resto del grupo (unos 30 escolares más) se completó con estudiantes de una institución privada de Tres Ríos. En el caso de los venezolanos, se seleccionó a un grupo de estudiantes del Colegio San Vicente de Paul (estando allá sí pude visitar la Escuela República de Costa Rica).


¿Cómo ese primer viaje marcó el resto de mi vida y por qué siempre voy a querer regresar a Venezuela?

Yo, la ansiedad la conozco desde el momento en que nací; la ansiedad y yo somos una. Aunque sólo muchos años más tarde podría ponerle nombre, la ansiedad ha afectado muchos aspectos y etapas de mi vida al punto de sentirme incapacitada para hacer muchas cosas que a la mayoría de personas se les da naturalmente. Pero cuando viajo, todo es diferente.


Yo creo que cuando mi mamá me preguntó si quería participar en ese intercambio, lo hizo confiada en que seguramente yo iba a decir que no (en esa época viajar no era accesible, era algo para gente adinerada). Yo, que vomitaba de ansiedad casi todos los días antes de ir a clases, que no pedía nada a nadie sino era a través de mi mamá, que lo más arriesgado que había hecho en la vida era quedarme a dormir donde alguna prima... no sé qué espíritu se apoderó de mí, pero yo dije que sí quería ir.


Recuerdo ver a otras de las chicas llorando a los pocos días de haber llegado porque tenían "mal de patria" y querían devolverse, a otros les llamaron la atención porque pedían constantemente llamar a su casa (las llamadas de larga distancia eran muy costosas). Mientras tanto... a mí mi familia venezolana me ofrecía llamar a mi casa cuando yo quisiera, pero yo dije: "sólo una llamada para avisar que llegué bien" y creo que fue la única vez que mis papás ticos me escucharon por varias semanas. Mis "papás" venezolanos me insistían: "no le dé pena decirnos que quiere llamar las veces que necesite" y yo: "no se preocupen, así estoy bien" (pobres mis papás en Costa Rica jeje).


Puedo decir que esas semanas en Venezuela fui feliz, querida, chineada... pero más importante, fue la primera vez que me di cuenta que era capaz de controlar mis miedos y de hacer cosas fuera de mi zona de confort. Claro que cuando viajo, incluso ahora siendo adulta, también me pongo ansiosa; estar en un lugar desconocido, sin conocer a nadie, recorriendo ciudades sola, sin duda también me activa el modo sobrevivencia. Pero es así como he logrado ver lo que puedo hacer por mí misma. Además, cada viaje que he hecho me ha puesto en el camino personas de buen corazón que me han ayudado de manera desinteresada y que hoy puedo llamar amigos y amigas.


Mi hermosa familia venezolana y mi cara como si siempre hubiera pertenecido allí. En ese paseo probé por primera vez las fresas con crema.
Mi hermosa familia venezolana y mi cara como si siempre hubiera pertenecido allí. En ese paseo probé por primera vez las fresas con crema.

Hay experiencias que forman el carácter de una persona, y sin duda aquel viaje a Venezuela, a mis 11 años, fue una de ellas. Es por eso que desde entonces, viajar es mi curita al alma, mi escape y a la vez el momento de reencontrarme. A Venezuela siempre he querido regresar; porque todas mis memorias de ese viaje están permeadas de cariño y felicidad. La Venezuela que conocí era hermosa, acogedora, radiante y con muchos destellos aún de la prosperidad de la que gozó en los años 80. Así es como la recuerdo y así es como anhelo volver a verla algún día: libre, en paz, reconstruida en democracia. Especialmente en un día como hoy, renace en mí la esperanza de poder volver, porque allí, al igual que en cada país que he visitado, hay una parte de mí y de mi historia.


La fuerza es la unión. Gloria al bravo pueblo.


Comentarios


© 2023 by Going Places. Proudly created with Wix.com

bottom of page